miércoles, 11 de septiembre de 2013

Para médicos y amantes- Ismael Serrano

Supe que todo había terminado  
cuando te vi mover la cucharilla  
despacio, como si aquella tarde  
se parara el latido de la sangre  
en lo oscuro de aquella gris cafetería.  

No supe qué decirte, hablamos como  
si hubiera sido ayer, sin ir más lejos,  
la última vez que tú y yo hablamos,  
la última vez que habíamos entrado  
a saco por el alma y por el pecho.  

Así que yo te hablé de mis triunfos,  
de mis últimos versos, de mi mismo,  
y casi sin mirarte, miraba tu café  
que removías con exquisito interés  
como si de ello dependiera tu destino.  

Tú no decías nada. Sonreías.  
Pensando en una cita, un amor nuevo  
que esperaba aquella misma tarde.  
Y en mitad del silencio alguna frase,  
metralla de antiguos bombardeos.  

Yo te llevé a tu casa. Nos rozamos  
las caras sabiendo que ya nada  
justificaría nuevas llamadas,  
que nuestro corazón perdió esa tarde  
interés para médicos y amantes.


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