lunes, 8 de marzo de 2010

Cuando empezamos es cuando terminamos.

Lunes 8 de marzo, volví a levantarme como solía hacerlo antes, aproximadamente a las 10, bañarme, ponerme mi uniforme y largarme de mi casa para vivir mi rutina, mi tortura y mi soledad. Camino de mi casa al colegio, y todo sigue igual que otros años, la misma gente, por la misma senda, con sus ojos taciturnos, y su pausada manera de caminar producida por el cansancio, algunos reflejando seguridad con sus alevosos ademanes, y otros un tanto mas tímidos, mas temerosos, agachan la cabeza por vergüenza, para ocultar aquello que creen de si mismos, y a veces una leve correntada de viento hace estremecer la hojarasca, y los árboles allí afuera simulan seguir igual, pero ellos envejecen en secreto, imperceptibles a mis ojos. Mientras, yo encendí un cigarrillo, consumiéndome a cada paso, envejeciendo con cada bocanada de humo que tragaba. Y llego un tanto resignada al colegio, sabiendo que no puedo escapar, me dirigí al baño y me mire en el espejo, contemplando mi figura un tanto marchita por mis 16 años. Luego me dirigí hacia la fila que me corresponde, y ahí estaban ellos, mis compañeros, y aquellos seres que simulan ser mis amigos, hipócritas, se la dan de mejores personas que el resto, de sinceras, me dan asco, porque por lo menos los demás no fingen quererme, me demuestran su odio o desprecio, pero ellos no, simulan, mienten, engañan, no son nada. Y después está ella, la peor de todas, dice quererme y extrañarme, cuantas veces la habré invitado a salir y ni siquiera recibía una negativa, simplemente su ausencia o su indiferencia eran las respuestas. Intente hablarle, pero pobre esta idiotizada, pareciera un mimo, una marioneta, controlada por su novio. Puede que sea súper dotada pero, ¿les digo un pequeño secreto?, no sabe nada de la vida, su vida se limita a los libros, y a su novio, pero si no sale ¿Cómo pone en practica aquello que aprende?, que vida tan miserable. Tal vez estoy un tanto enojada y por eso hablo tan mal de ella, pero en el fondo la sigo queriendo, cuan tonta soy. Y camine al aula, y me siente en mi asiento, y sentí como si estuviera en medio de una habitación, sin salida, sin ventanas, donde respirar no es más que un acto por inercia. Y toda la gente que estaba a mi alrededor, no cumple mas que un papel obsoleto en medio de todo esto.
Al final toco la campana, era hora de irme, y dejar atrás, encerrada en esa habitación, mi soledad, mi angustia por saber que después de tantos años concurriendo al mismo lugar, no hubo mas q una persona que valió la pena, es aquella que me esperaba en la salida para borrar de mi todo vestigio de esas despreciables cuatro horas en el colegio, y devolverme mi felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario